
No tienes nombre,
ni rostro,
pero todos te temen.
Rompes el tiempo
en la eternidad de tu abrazo,
del que ya nadie vuelve.
Paces por las vidas
repartiendo soledad,
tristeza, melancolía…
Sé que no eres fría,
ni que el negro es tu color,
ni los andrajos tu ropa,
pero sin rostro, ni cuerpo
así te imaginamos…
yo,
sí,
yo sé de tu dulzura,
de la calidez de tus labios,
de la elegancia eterna
que tu porte ha de lucir.
Sí,
sueño y temo tu amor
tu beso eterno,
que sé que llegará…
y sé que a ti me atará…
como todos los demás
quiera o no.
Me entregaré a ti
silencioso,
placido y tranquilo…
ese día
ese minuto
que llegues a mi vida.
Romero de Buñol
30-06-2011