martes, 2 de agosto de 2011

viejo


Tenía una cara partida
por dolorosos años,
grietas por donde los años
habían entrado
dejando la madurez,
el criterio, el olvido.
Una barba poblaba la cara
donde los ojos iluminaban
un mirada donde el ayer
se perdía, y amanecía
una nueva primavera…

Su nombre…
era recordado por todos,
incluso en el más allá
había quien lo nombraba.

Pero el viejo…
caminaba humilde
llenando sus horas invernales
con el sol del cariño
que llovía en sus ventanas.

Llenaba su viejo joyero
con lágrimas raídas…
a los amigos que partieron
a las tardes de luna…
bajo una copa de vino
viviendo los goces del amor.

Él ya presiente su hora…
pero aun así su rostro se ilumina
con más paz y amor…
su mirada todavía más dulce…
te dice, si está allí,
de ti le hablaré… amigo.

No dudo que hable
de la humanidad,
de la gente que muere,
de los niños que lloran,
de las mujeres maltratadas…
pues a su lado lo vi llorar
cuando la vida le mostraba
el sufrir de la gente.

Romero de Buñol
01-08-2011

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