Los columpios
vacíos,
ni la brisa los balancea.
Las palomas
en el parque
picotean el olvido de migajas.
Confinados,
cada uno conviviendo con nuestros temores,
unos la soledad,
otros el maltratador,
otros… sus propios miedos.
alcohol.
Las casas llenas,
de gente,
de ausencias…
¿Y un abrazo?
¿y un beso?
Rompo mi soledad
en el grito de un recuerdo,
y miro el reloj
que no marca las horas,
ni los días…
Me asomo a la ventana,
veo los columpios,
y hoy llueve.
¿será por eso
que hoy se hace menos duro?
Oigo a los vecinos en su rutina.
Confinados,
encerrados con nuestros miedos
la cotidianidad
poco a poco
se vuelve a implantar con nosotros
Romero de Buñol
22-03-2020
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