Cada mañana
recorro el camino
que existe entre
la frontera de tus labios
y el precipicio de mi deseo…
Cada mañana abro la puerta
de la antesala de mi tormento,
y en silencio… te miro,
¿Donde me lleva el soñarte?
Hoy te abracé…
y vi en tus ojos el reflejo de los míos…
vi…
que tu mirada es como
la mía
y que me miras como te miro…
Callé por la turbación…
pero mañana cuando despierte
recorreré nuevamente el precipicio
que lleva mi deseo
al abrigo de tus labios…
y ahí
abriré mi pecho
y te brindaré mi corazón.
Romero de Buñol
09-01-13
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