Arde un cirio,
su llama tiembla al son de la saeta,
y una marcha fúnebre
suena entre cornetas y tambores.
allá en el fondo de la calle.
Pasan los penitentes,
con su mirada perdida en el tiempo
y la emoción clavada en su alma,
pasan en procesión
rememorando el calvario
que a su señor impartieron.
Dolor,
pasión,
silencio,
cantor fervorosos
llenan la calle al paso
de la imagen de Señor crucificado.
Humea el cirio,
iluminando ese alma
que según dicen
vino a librarnos de nuestros pecados.
Una nueva saeta
se alza en calle…
y su canto lleno de dolor
pide perdón…
Sigue el paso
lleno de silencio,
camino del más allá
Romero de Buñol
07-04-2012
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