
Anoche salí de tu casa,
llevaba tus besos en mi cuerpo,
tu sabor de mujer pegado en mi alma
y el silencio caminando a mi lado.
Los gozos callados aullaban en mi cabeza,
deseoso de poseerte marchaba,
enamorado de tus caricias huía
al refugio de mi deseo, a mi botella.
Bebí mi cobardía,
me emborrachaba mis miedos,
y la frustración me arrancó lágrimas.
Ahora, con la resaca en mi cabeza,
mujer, confieso mi amor,
y la determinación de llevarte de paseo
por los mares inolvidables de la vida,
cogiendo cada luna llena,
y todas las estrellas fugaces…
para perfumar nuestro mañana.
Paco 10-02-10
No hay comentarios:
Publicar un comentario