
Se quedó atrapado en un tiempo de vals,
agarrado a un sostenido disonante,
acogiéndose a la cadencia melódica
que se precipitaba en un calderón.
El metrónomo inquisidor marcaba
su imperturbable tic tac,
al que él se negaba a obedecer…
seguía el ritmo
con el que las violas cantaban
al final se vio en una marcha macabra
en el carnaval de los animales.
Romero de Buñol
20-07-2011
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