viernes, 5 de marzo de 2010

el banco



En mi ciudad hay un parque,
con una fuete donde beben las palomas,
una rosaleda que la enmarca,
llenado con su dulce perfume un banco
que solitario habita el lateral.

Todas las mañanas un abuelito
despistado, en él se sienta solitario,
por el sol se deja amar el viejo hombre,
calentando su alma olvidada de tiempo.
Luego parte igual que vino… lento… perdido.

Al medio día llega el mismo de siempre,
con su traje de corbata, su maletín, su bocadillo,
come mirando la fuente, o mira la nada,
en silencio pasa la hora… y marcha de nuevo.

Al poco llega una mujer…
y ve como los pajaritos picotean cerca,
comiendo las migas del hombre que comió.
Saca su silencio libro, y calladamente lee.
Una nube tapa el calido sol,
una brisa pasa fugaz y huele a rosas,
se protege con un chal mira la hora y marcha.

Comienza a caer la tarde…
los enamorados pasean cogidos de los sueños,
mirando los mañanas en las ilusiones,
para matar su pasión en el solitario banco,
que chillará mañana su amor,
lo han dejan dibujado en un corazón…
Tras mil caricias y la noche que los invadió
parten separados… soñando en esos besos callados.

En mi ciudad hay un parque,
con una fuete donde beben las palomas,
una rosaleda que la enmarca,
llenado con su dulce perfume un banco
que solitario habita el lateral.

Por la noche, cuando la fuente calla,
viene a su hotel el mendigo que pedía en la plaza,
para dormir con el silencio del abuelo de la mañana,
comer otro bocadillo como el ejecutivo solitario,
leer en las estrellas que será de su vida mañana.
Al final se tumba, y el corazón pintado
le canta amores… que lo llevan a un sueño...
hasta que la mañana lo devuelve a su realidad…
Se marcha cansado… ¿Qué le dijeron las estrellas?

Paco
05-03-10

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